


Se realiza para corregir el descenso de órganos como vejiga, útero o recto debido a debilidad en los tejidos pélvicos.
Los procedimientos más comunes son la colporrafia y la histerectomía. La colporrafia refuerza los tejidos debilitados para sostener la vejiga o el útero. La histerectomía extirpa el útero en casos de prolapso uterino. En ocasiones, se utilizan mallas o prótesis para dar soporte a los órganos.
La decisión de la cirugía debe basarse en la gravedad de los síntomas, la edad, el deseo de preservar la función reproductiva y la salud general del paciente. Es importante discutir los riesgos y beneficios con un especialista en uroginecología o cirugía ginecológica antes de proceder.
El apoyo postoperatorio y la rehabilitación son cruciales para una recuperación exitosa y para evitar complicaciones.
Además, se deben tomar medidas para prevenir futuros prolapsos, como ejercicios del suelo pélvico y evitar factores de riesgo como el estreñimiento crónico o el levantamiento de objetos pesados. Un enfoque integral y personalizado es esencial para abordar el prolapso de órganos pélvicos y mejorar la calidad de vida del paciente.